A pesar de que me encamino hacia sentimientos de nostalgia precipitadamente, te miro y pienso, cuán hermosa eres (mi bebé). Pareces eterna en ese envoltorio de carne sonrosada y curvas salubres. He intentado imaginar tu rostro a los tres añitos o a los quince, aunque no he podido, y tampoco he querido. Te miro y sé que en el mañana, que nunca viene para quedarse, recordaré con fuerza tus párpados al dormir, tu sonrisa cuando te ves en el espejo, tu mirada atravesándome, atravesándome el iris, el conocimiento, la sorpresa, el alma; clavándose en un solo lugar y en todos a la vez. En las células que me dan vida y en las estrellas del Universo. Esa eres tú ahora que te miro (mi bebé). Ahora y siempre. Te echaré de menos hoy aunque desee verte mañana. Creciendo ante mis ojos. Volando hacia tus sueños.